Economía
GOBIERNO DE CALIDAD/ Cómo se aprende a ser resiliente
Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas.
Existen competencias que no están incorporadas a los planes de estudios de las universidades. Extrañamente son las que mayor demanda se tienen en la empleabilidad y desarrollo profesional. Una de ellas es la resiliencia.
Dado el estado de incertidumbre y permanente crisis en el que operan la mayoría de los equipos e individuos, la crisis cobra mayor relevancia organizacional. Incluso, más del 80% de los líderes empresariales no se sienten preparados para futuras irrupciones, según la consultora internacional de negocios McKinsey.
Paradójicamente los eventos inesperados se vuelven una constante e incluso de diversifican y vuelven más complejos, como los cambios en la política comercial mundial, los conflictos en Europa y Oriente Medio, y otras perturbaciones ideológicas y geopolíticas que inciden en problemas financieros y operativos.
Tal volatilidad e incertidumbre implica desarrollar resiliencia, la capacidad de prepararse, responder y aprovechar la disrupción. ¿Quiénes deben preparar a las organizaciones para desarrollar resiliencia?
Todos. Auqnue casi la mitad del rendimiento de una empresa está ligado al liderazgo del CEO. Es el único que tiene la perspectiva holística para evaluar el nivel de resiliencia en la organización, aumentarlo e integrarlo al ADN de la organización.
Ahora, existen cuatro tipos básicos de resiliencia: la financiera, operativa, organizacional y externa. Los cuatro deben usarse para fortalecer su músculo de resiliencia de manera efectiva. Las acciones que deben generarse en las organizaciones son las siguientes:
Incorporar la resiliencia en la visión de la empresa. Esto es, crear un vínculo inextricable entre la estrategia de la organización y sus niveles de resiliencia.
Desarrolla la resiliencia de todo el cuerpo. Prestar atención a todas las dimensiones de la resiliencia en una organización y evaluar cómo y dónde se compensan y refuerzan mutuamente.
Obligar a tomar decisiones con los líderes sénior cuando la resiliencia está en juego. En los momentos más críticos, intervenir directamente, enfatizar la importancia de la resiliencia en las decisiones diarias y las iniciativas estratégicas.
Cultivar un equipo valiente e invertir en la resiliencia individual. Contratar y desarrollar a personas que muestren rasgos y comportamientos adaptables, abiertos a los desafíos y que se comprometan con estas características y prácticas. Luego generar un modelo a seguir para ellos.
Conviene, asimismo, crear relaciones más profundas con un conjunto diverso de partes interesadas externas. Anticiparse a futuras interrupciones y construir asociaciones sólidas pueden ser acciones particularmente críticas cuando las empresas exploren respuestas a eventos internos o externos.
Sin duda, la resiliencia es una competencia que puede aprenderse, Y las universidades tienen un gran reto con ello.