Amor en tiempo electoral

PULSO

Eduardo Meraz

El acuse de recibido en Palacio Nacional reveló, de manera indubitable, el temple del receptor: la intolerancia. Nada es culpa del gobierno, aunque cada hora son asesinadas tres personas y una más desaparece en la república amorosa fuera de las vallas protectoras del edificio colonial.

Y por supuesto ese recuento no es suficiente para conmover al mandatario palaciego. Por el contrario, estas cifras oficiales  no le están colmando la paciencia al habitante temporal del palacete, como sí ocurre con las noticias sobre los miles de muertos de manera violenta.

Para él es más ultrajante para su investidura que sus desvelos y desmañanadas a lo largo de cinco años sean insuficientemente reconocidos y poco valorados por algunos sectores de la población y por sus malévolos críticos, siempre anhelantes de verlo tropezar.

Incomprendido como ninguno de sus antecesores en el cargo y harto de estar siempre justificando sus acciones, el mandatario palaciego ha preferido dejar salir su enojo contra quienes dudan de la capacidad de su gobierno, en lugar de condenar el terrorismo de los criminales.

A falta de una respuesta pronta y viable, es más fácil ir contra quienes divulgan los acontecimientos. Y si tampoco eso da resultados, el presidente que no debe ser nombrado sumará ahora como los culpables de su fallas a  los dueños de los medios de comunicación tradicionales.

Postura extraña, si se toma en cuenta que algunos de ellos forman parte del grupo asesor empresarial -los hombres más acaudalados-, creado ex profeso por el titular del ejecutivo, para generar confianza y seguridad entre inversores de dentro y fuera de nuestras fronteras.

Con seguridad, a estos hombres de negocios les serán retiradas las invitaciones a las cenas o desayunos con tamales de chipilín. En cambio, podrán recibir oficios para realizarles auditorías y, en el peor de los escenarios, notificados de la cancelación de concesiones de radio y televisión.

¿Estamos próximos al divorcio entre este sector y el gobierno?

Una posibilidad como esa parece extrema, pero no debe descartarse, sobre todo cuando estamos viviendo un proceso sucesorio que se ha complicado más de la cuenta,  incluso entre las del oficialismo.

Los actos de terror causados por el crimen organizado en los días recientes indignan a la gente y ponen en entredicho la efectividad de la estrategia de seguridad, justo cuando todas las corcholatas hablan de continuidad en los planes del cuatroteísmo, lo cual no es la mejor carta de recomendación.

En el colmo del sospechosismo, entre los potenciales aspirantes a suceder al ejecutivo el año entrante, se presentan señales inequívocas de paranoia, ante la posibilidad de la derrota, pero sobre todo la frustración de no ser elegido(a).

La intolerancia precipita el fin del sueño de la república amorosa, nunca materializada. Y si lo mejor de su mandato es lo peor que se va a poner, los sentimientos de abandono y orfandad entre millones de mexicanos irán creciendo.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Adán Augusto López, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal cuestionan partes del proceso para la elección del abanderado morenista. ¿Todos contra Claudia?

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