Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas.
Dime en qué inviertes y te diré quién eres.
Las metas de la actual administración se centran en el bienestar de la población, priorizando el gasto social y la inversión focalizada en zonas vulnerables para reducir la desigualdad en el desarrollo regional.
También apuesta a la estabilidad de la deuda nacional al disminuir su dependencia con el tipo de cambio.
Sin embargo, se enfrenta a factores exógenos que limitan su acción en la política macroeconómica.
Son limitados entonces los efectos buscados para atenuar la pérdida del poder de compra y detonar un nivel de crecimiento económico que garantice el bienestar poblacional. La inercia de la actividad económica y la reducción del gasto del Estado en políticas redistributivas son escollos importantes para generar las metas propuestas.
Actualmente, los programas asistenciales redireccionan los recursos de proyectos de infraestructura y brindan el soporte para la eficiencia económica. Con ello se busca propiciar mayor solidez en la economía, mayor competitividad a nivel internacional y elevación de la recaudación tributaria.
Sin embargo, debe remarcarse que existen controversias en los niveles de recaudación estimados y la estructura del gasto público en relación a las expectativas macroeconómicas para México.
El Gobierno Federal apunta como conceptos clave del programa económico la seguridad y bienestar general. Enfatiza la estabilidad económica y las finanzas públicas sanas mientras contempla la deuda moderada, visión social, calidad de vida, redistribución del ingreso.
La inversión pública está focalizada en el sureste y se considera necesaria para el desarrollo económico incluyente con estabilidad macroeconómica y gobernabilidad.
No obstante, el crecimiento a nivel internacional se frena por el desabasto de insumos industriales con impacto en los precios de las materias primas.
Estamos en un contexto de secuelas económicas de la pandemia del COVID-19, de conflictos geopolíticos y bélicos en Europa, así como de presiones inflacionarias con impacto en los mercados financieros. A la par, estamos frente al aumento de las tasas de interés de los bancos centrales que con ello tratan de contener la inflación.
Pese a esto, la economía mexicana muestra signos de recuperación gradual en los sectores económicos, con excepción en el sector agrícola por sequías experimentadas en el norte del país; Por lo pronto las variables del consumo privado, el crédito en los hogares, la demanda interna y externa, la inversión privada, pública y externa, muestran resultados positivos con efectos favorables en el empleo y el ingreso de los trabajadores, esto último reforzado por las acciones de políticas públicas que propiciaron la recuperación del 63.7% del salario mínimo y las reformas laborales en materia de subcontratación.
Pese a esto, la sombra inflacionaria se encuentra latente en el mundo.