La gobernatura de Tamaulipas está en el blanco de los caprichos panistas con los mismos gastados argumentos
El gobernador electo de Tamaulipas, el morenista, Américo Villareal Anaya, está en la mira de los panistas que entablaron una demanda ante el Tribunal Federal Electoral por supuesta financiación de electoral con recursos del narcotráfico. El PAN busca a su nueva víctima política que reavive el fuego de la discordia de “todos contra Morena”.
A los panistas no les queda otra opción que usar la información a su favor para echarle leña a la guerra sucia que han mantenido contra Morena desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador llegara a la presidencia, desde entonces, el partido ha sacado su lista de argumentos que terminan en el berrinche del momento y se disuelven gracias a la contundencia de los resultados y al apoyo del electorado, como en el caso de los tamaulipecos. Pero ahora los blanquiazules argumentan que el crimen organizado coaccionó a los tamaulipecos para que votaran sólo en favor del morenista, esta clase de calumnias y débiles argumentos tan débiles como este sostienen la demanda federal.
El entonces candidato de Morena, el senador Villareal ganó limpiamente las elecciones del pasado 5 de junio y se impuso frente al panista César “Truko” Verástegui, de la alianza “Va Por Tamaulipas”, que juntó la fuerza del PRIAN y que sólo alcanzaron el 44.2 por ciento de los votos. Cabe recordar que fue una de las elecciones en el estado donde la alta participación ciudadana fue una característica, pues se estima que sufragaron más de 1 millón 400 mil personas en un clima de paz y democracia.
Los panistas buscan recuperar un poco del poder y de los privilegios que han perdido desde que Morena ocupa la presidencia de la república. Los tamaulipecos respaldaron a Villarreal como a muchos candidatos más que respaldan el proyecto del presidente y que prueban ser hombres respetables y queridos por su electorado. Al PAN le vendrían bien unas dosis de respeto y humildad para aceptar que son los electores quienes los han relegado en el juego político, y buscar otra estrategia para no quedar como los berrinchudos que no saben perder.