Especialistas del Cinvestav, la Universidad Autónoma de Yucatán, la UNAM, Arqueólogos y ONGs como Greenpeace; han demostrado con estudios e investigaciones que uno de los principales enemigos y más contaminante de los cenotes son los plaguicidas, pesticidas organoclorados, que pueden activar procesos genotóxicos y cancerígenos en la zonas rurales; donde usualmente fumigan con pesticidas sus cultivos y contaminan sin saberlo, el agua que posteriormente extraerán también de sus pozos.
Al consumir cotidianamente el líquido contaminado se disparan severas enfermedades. Ciertos contaminantes, tales como los plaguicidas organoclorados (DDT, heptacloro, endosulfán, aldrín, endrín, dieldrín, lindano; incluso, sus metabolitos) y los elementos potencialmente tóxicos (arsénico, plomo, cadmio, mercurio y níquel, entre otros), son de preocupación mundial hoy en día por sus graves efectos sobre el medio ambiente y por sus impactos significativos en la salud pública.
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Cabe destacar que los cuatro mayores productores de pesticidas son Syngenta (Suiza/China), Bayer y BASF (Alemania) y Corteva (Estados Unidos). Según el informe del “Atlas”, en 2020 alcanzaron una facturación conjunta de 31.000 millones de euros. En los últimos años, las ventas globales de pesticidas han crecido en un promedio de cuatro por ciento por año. Y lo más relevante que “amordaza a las ONGs; ya que son los países que más financiamientos les aportan y por eso las usan y abusan con otros intereses mercantiles y político social.
Estudios recientes en Yucatán, México, reportan niveles alarmantes de estos contaminantes, que, en algunos casos, superan los valores permisibles de las Normas Oficiales Mexicanas. Las comunidades rurales, debido a sus bajos niveles educativos, son altamente vulnerables, porque tienen muy baja percepción de los riesgos que implican estos tóxicos sobre el medio ambiente y sobre su propia salud.
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El escenario en Yucatán es particularmente crítico, ya que sus suelos kársticos, altamente permeables, permiten la movilización de cualquier contaminante hacia el acuífero; asimismo, existen prácticas incorrectas en algunas actividades antropogénicas y la falta de tratamiento de los residuos sólidos y líquidos coadyuvan a este riesgo potencial.
En materia de legislación ambiental, sí existen normas oficiales; sin embargo, no se aplican, ni tampoco existe un monitoreo que permita conocer el estado de salud actualizado de la población humana y del medio ambiente con respecto a estos contaminantes. Igualmente, se requieren programas oficiales que lleven a cabo un control riguroso para la conservación y la preservación del medio ambiente y para la promoción de la salud humana.
De acuerdo a las investigaciones y testimonios de diversos arqueólogos radicados en Yucatán se ha comprobado la desmedida contaminación; además del saqueo; de diversos cenotes de la zona, por los principales contaminantes como son pesticidas, insecticidas, que siguen causando de igual manera la perdida de fauna y flora, así como daños colaterales a los habitantes.
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“Hay situaciones alarmantes, como la contaminación por pesticidas que ocasionan enfermedades y cáncer de mama u ovario, así como malformaciones congénitas y mortalidad neonatal” destacó Sergio Grosjean A. Arqueólogo y espeleólogo. Así como también desde el 2012 lo alertaran especialistas de la UADY y posteriormente lo reconociera Greenpeace; “Contaminados con plaguicidas cenotes de la Península”: Greenpeace así lo manifestó desde el 2016 urgiendo un monitoreo y trazabilidad de esta contaminación para saber si está llegando al acuífero de la Península de Yucatán, gran reserva de agua dulces del país.
Otros estudios especializados también han revelado que los lugares con mayor contaminación en el agua son Tekit y Tekax, en el sur del estado, donde en la época de lluvias se renueva el agua, en Dzilam González y Dzilam de Bravo, al noroeste y en la zona de los municipios que conforman el anillo de los cenotes.
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El problema, señalan especialistas del Cinvestav y la UNAM es que no hay una normatividad que proteja estos cuerpos de agua que desde tiempos ancestrales han proveído de agua a la península. A eso se le suma la alta deforestación –Yucatán ha perdido la cuarta parte de su vegetación en los últimos 25 años–.
La organización ambientalista Greenpeace reconoce y revela en diciembre de 2016; qué en estudios realizados recientemente, en ese año; con muestras de agua de cinco cenotes, tres de Yucatán, uno de Campeche y uno de Quintana Roo, se encontró la presencia de plaguicidas; que son los que contaminan cada vez más a los cenotes.
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Greenpeace manifestó que realizó un muestreo de agua y sedimento de cinco cenotes: tres del estado de Yucatán (Chen há, Xelactún y Yax Há); uno de Quintana Roo (Cueva de las serpientes); y uno de Campeche (Cenote azul, en Miguel Colorado).
“Como resultado, encontramos sustancias como endosulfán, en Campeche, endrin y dieldrin, así como derivados del DDT en Quintana Roo, este último podría derivarse de su uso histórico; así como Hexaclorohexano, endrin en Chen Ha, hexaclorohexanos en Xelactún y endrin y derivados del DDT en Yax Há, estos tres ubicados en Yucatán”.
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“Lo anterior cobra relevancia al considerar que el muestreo identificó sustancias qué según la legislación actual, ya no se aplican, o no deberían de aplicarse; como el DDT, el cual, debido a su alta persistencia, continúa en el medio ambiente y al considerar que si estas sustancias se encontraron en los cinco cenotes muestreados de la región, esto podría significar un alto riesgo de que estos plaguicidas se filtren a los cerca de 10 mil cenotes en la región, mismos que se encuentran conectados al acuífero”.
“Estas sustancias se suman a otras encontradas en estudios previos, incluyendo plaguicidas como el aldrín, clordano, endosulfán, 2,4-D, heptacloro, metoxicloro; los cuales en altas concentraciones podrían alterar el sistema hormonal de las especies acuáticas”.
La agrupación ecologista planteó que “la calidad de nuestro acuífero, nuestra tierra y nuestra selva definen la calidad de nuestros alimentos y nuestra salud”.
“Es por esto que demandamos la eliminación inmediata del uso de plaguicidas que han sido prohibidos en otros países, por haberse comprobado sus efectos dañinos para la vida, la reducción del uso de agrotóxicos hasta eliminarlos y la prohibición de cultivos transgénicos en toda la región. Así también, les requerimos que coadyuven en el establecimiento de una regulación respecto de los parámetros y establezca límites máximos permitidos de residuos de glifosato y otros agrotóxicos en nuestros alimentos, agua y suelo, que no rebasen los parámetros establecidos en la regulación europea”; así lo manifestó en el marco de la Décimo Tercera reunión del Convenio sobre la diversidad Biológica que tuvo lugar en Cancún.
El Centro de Investigaciones Regionales de la Universidad Autónoma de Yucatán, realiza también estudios de contaminación por plaguicidas organoclorados (OCP) en el agua, y su bioacumulación en la sangre de mujeres con cáncer cervicouterino y en la leche materna de las mujeres Mayas.
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Altos niveles de plaguicidas como heptacloro, lindano, endosulfán, aldrin, DDT y sus metabolitos fueron encontrados en el agua, la sangre y la leche materna en dichos estudios. Estos plaguicidas se clasifican como “contaminantes orgánicos persistentes (COP)”; están catalogados a nivel internacional como la “docena sucia” en el marco del Convenio de Estocolmo, con altos impactos para la salud humana.
Deben implementarse programas oficiales de monitoreo de plaguicidas en el agua, y de biomonitoreo en sangre y leche materna para determinar los niveles de plaguicidas; midiendo sistemáticamente año tras año sus niveles para evitar que sobrepasen los límites máximos establecidos por normas nacionales e internacionales. Así mismo, programas de promoción para la salud, que promueven la prevención de las enfermedades emergentes; así como alternativas agroecológicas para la agricultura sin el uso de agroquímicos tóxicos.
Ante los altos impactos para la salud humana por la contaminación del agua con plaguicidas, es necesario integrar políticas para un desarrollo sustentable, para la actual y las futuras generaciones, que conserven y preserven los acuíferos y la salud pública. Así lo demostró Ángel G. Polanco Rodríguez, del Centro de Investigaciones Regionales de la UADY, Doctor por la Universidad de Cádiz, España, Departamento de Química Física, Facultad de Ciencias del Mar y Ambientales.
Es evidente que un bajo porcentaje de las aguas de los cenotes que son parte de los ríos; que conllevan las aguas; son tratadas anualmente y las aguas que no son tratadas contaminan con desechos orgánicos las aguas subterráneas de los cenotes. “Lo anterior origina graves problemas que se acrecientan con las llamadas mareas rojas y, al final, repercute en las actividades pesqueras, turísticas y sanitarias y más en el ser humano.”; cabe recalcar lo peligroso que hasta el día de hoy vienen provocando en gran medida los agroquímicos en la Península de Yucatán.