GOBIERNO DE CALIDAD/ Pobreza, sesgo educativo

Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y Director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas.

La pandemia mundial de Covid-19 acentuó asimetrías entre pobres y ricos, mujeres y hombres, comunidades rurales y urbanas. No sólo determinó el grado de resiliencia y condiciones de países y personas, también tuvo un impacto significativo en la salud mental, la educación y oportunidades derivadas de la digitalización y tecnologías de la información.

Entre los diferentes estudios que aparecen ahora, cuando el semáforo verde aparece ya en todas las entidades de México, sobresalen aquellos que vinculan el aislamiento social con los sentimientos, pensamientos y emociones. El resultado es dramático:  Sólo cuando la mente se encuentra conectada socialmente y segura emocionalmente, se puede poner foco en lo académico y el aprendizaje.

Así, la incertidumbre que conlleva la pobreza parece ser un factor importante de las enfermedades mentales, el desarrollo infantil y el entorno vital.

Al mismo tiempo, se fortalecen las hipótesis que vinculan la alimentación con la generación de mielina neuronal durante los tres primeros años de vida. Nuevamente aparece en la palestra el poder adquisitivo como un factor fundamental en el aprendizaje.

La pandemia incidió en que pudiéramos reevaluar la importancia de la salud mental en las escuelas y revalorar nuestros sentimientos y pensamientos. Pero también enfatizó la necesidad de evolucionar los conceptos tradicionales de aprendizaje y los sistemas convencionales de enseñanza. Esto va más allá de la actualización de las asignaturas y programas educativos.

Al mismo tiempo, investigadores de la Universidad de York analizaron el comportamiento de niños en edad escolar y descubrieron que los que proceden de familias adineradas tienen mejores habilidades verbales.

Asimismo, observaron que estas capacidades aumentan a medida que avanzan en el sistema educativo.

No es fortuito: las habilidades verbales permiten a las personas conocer y gestionar palabras, oraciones, verbos, adjetivos, así como comprender los significados, producir sinónimos y antónimos y completar oraciones.

Los resultados muestran que el aprendizaje de un niño en la casa, cuando tiene menos de cinco años, es realmente importante para su posterior éxito académico. Y los niños de entornos más privilegiados están más familiarizados antes de comenzar la escuela con los patrones de lenguaje y los códigos lingüísticos que se usan en entornos educativos formales y que los maestros esperan.

No todos los niños tienen el mismo comienzo en la vida, pero si es posible priorizar en las políticas públicas la educación como fuente de oportunidades y desarrollo para todos. Realmente lo necesitamos.