Golpe de Estado legislativo

PULSO

Eduardo Meraz

El estridentismo de los días recientes, parecen más síntoma de debilidad que de fortaleza. El “golpe de Estado legislativo” de esta semana, a cargo de diputados y senadores del oficialismo -chicanadas aparte- es símbolo inequívoco del temor a la derrota y a ser juzgados por su actitud malévola y en perjuicio de los mexicanos.

La forma poco pulcra, abyecta y gandallezca en la aprobación de las leyes de Amparo, de Amnistía y de Pensiones por parte de la mayoría oficialista en el Congreso, constituye una especie de último llamado del cuatroteísmo para tratar de revivir los pactos, acuerdos o alianzas que sus contrapartes -de toda naturaleza- ya dieron por finiquitados.

El fin de tales compromisos -lícitos, ilícitos y lisitos- con otros grupos de poder, dentro y fuera del gobierno, pone en riesgo la viabilidad del proyecto absolutista del presidente totalmente Palacio Nacional, quien pretende heredar tales convenios a su bastonera.

El apresuramiento y las chicanadas en el proceso de aprobación de los ordenamientos impuestos al legislativo por el habitante temporal del palacete virreinal, son indicativo de que algo extraño está pasando en el cuatroteísmo como para endurecer el discurso contra todo y contra todos, incluidos ellos mismos.

Aun cuando estamos en época de estiaje, en el oficialismo se estarían ahogando no en un vaso de agua de la alcaldía Benito Juárez, sino en la casi certidumbre de haberle metido bueno al malo con su candidata Claudia Sheinbaum.

El gasto multimillonario, extraído de los subejercicios en materia de salud, educación y prácticamente todos los servicios públicos, así como de los sobrecostos de las obras insignia han sido malgastados, pues carecen de la efectividad para controlar a los socios que, al crecer, ya no siente ninguna obligación hacia su promotor.

Todo indica que la ampliación del “derecho de piso” que el mandatario palaciego instauró entre propios y extraños se le empieza a revertir. Las lealtades y compromisos ya perdieron vigencia, por lo cual muchos de ellos han decidido que ya llegó la hora de cobrar ganancias o facturas, según sea el caso.

Está visto que todos los integrantes del movimiento dizque transformador quieren asegurar protección, por lo cual exigen o se doblegan para contar con inmunidad o impunidad, para estar mejor pertrechados ya sea ante un cambio de color o lo que depare el segundo piso.

Por ello, no debe extrañar la inviabilidad, en estos momentos, del tridente protector: no mentir, no robar y no traicionar, pues ya está muy mellado, tanto como el pañuelito bastante percudido del presidente sin nombre y sin palabra. Conforme se aproxima de manera acelerada el final del sexenio, sale a relucir no sólo la ineptitud gubernamental, sino toda la podredumbre y ambición supuestamente transformadora.

Ya ni siquiera el amparo protector de la premisa: “amor, con cash se paga”, le alcanza al clan cuatroteísta para esconder en su mediocridad las perversas asociaciones de connivencia, entre funcionarios y grupos fácticos de poder en las que se ha fincado.

Quedan unas cuantas semanas para conocer si la “acción golpista” del cuatroteísmo permitió un reagrupamiento, sin importar dejar a la población en una situación de indefensión casi absoluta. O bien, la ciudadanía le da la estocada final en las urnas.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

Si bien el gobierno mexicano había ocupado desde diciembre pasado la planta de hidrógeno de la empresa francesa Air Liquide, hoy se publicó en el Diario Oficial de la Federación, el decreto por medio del cual queda expropiada y queda bajo el control de Pemex Transformación Industrial.

 

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